Cuando pensamos en calor extremo se nos vienen a la mente lugares tropicales, desiertos o playas alrededor del ecuador. Sin embargo, este verano las pantallas se llenaron de imágenes de Europa, Asia y Norteamérica, donde se registraron temperaturas insólitamente altas. La crisis de calor extremo afecta el bienestar de las comunidades y la salud de las personas en todo el mundo, y es momento para todos de actuar.
El calor extremo es el fenómeno derivado del cambio climático que mayor número de víctimas fatales provoca en el mundo. En 2020, mató 20 veces más personas que los huracanes en Estados Unidos. No obstante, las noticias en torno al calor extremo no reciben la misma cobertura que otros desastres como los huracanes o los temblores. A diferencia de esos eventos visualmente impactantes, las altas temperaturas son un “asesino silencioso” sobre el que se debería estar hablando más.
¿Qué hacer frente a este fenómeno?
En México, el Foro “Calor Extremo y Biodiversidad en las Ciudades” es una iniciativa organizada por Fundación Coppel, Sociedad Botánica y Zoológica de Sinaloa (SBZS) y el Jardín Botánico de Culiacán, la cual se enfoca en analizar los riesgos que representa el calor extremo, especialmente en las ciudades, así como las soluciones para enfrentarlo. “Esta iniciativa tiene como objetivo ser un espacio de discusión, pensamiento e intercambio de experiencias. Queremos ser un referente que permita la generación de análisis e información para incentivar una mejor toma de decisiones en favor de las ciudades de México que permitan contrarrestar los efectos de este fenómeno y contribuir en el bienestar de las familias”, señaló Rocío Abud, Directora de Fundación Coppel, Sostenibilidad y ASG de Grupo Coppel.
El calor extremo es aún más severo en las ciudades debido a la emanación de gases de vehículos e industrias, la retención del calor por la infraestructura y la falta de área de sombra por falta de vegetación. A esto se le conoce como el efecto de la isla urbana de calor.
“Las recientes olas de calor registradas en Europa y Estados Unidos demuestran que este tipo de eventos cada vez son más frecuentes, intensos y prolongados, y eso solo se agudizará mientras el cambio climático siga avanzando. Asimismo, tiene profundas implicaciones de equidad, pues afecta a los más pobres y vulnerables: ancianos, personas en situación de calle, trabajadores a la intemperie, mujeres embarazadas”, explicó Mauricio Rodas Espinel, ex Alcalde de Quito, Líder de la iniciativa City Champions for Heat Action-CCHA de la Adrienne Arsht-Rockefeller Foundation Resilience Center y Copresidente de la “Global Commission on BiodiverCities” del Foro Económico Mundial.
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Varias ciudades alrededor del mundo están desarrollando acciones como la instalación de huertos urbanos y techos verdes, pintura reflectiva en techos y materiales frescos en los pavimentos, así como la generación de nuevos espacios verdes.
“Se pueden desarrollar múltiples acciones costo-eficientes en zonas urbanas para enfrentar los riesgos del calor extremo. Una de las formas más efectivas para reducir la temperatura es la conservación y restauración de los ecosistemas y la biodiversidad urbana, por lo cual el Jardín Botánico de Culiacán representa un extraordinario ejemplo del tipo de iniciativas que deben replicarse”, explicó Rodas Espinel. A lo largo del foro existió un intercambio de experiencias y conocimientos sobre las formas en las que se puede restablecer la relación entre habitantes de una comunidad y la naturaleza, principalmente en las ciudades, y así lograr reducir el impacto negativo que las altas temperaturas tienen tanto en su calidad de vida como en su entorno.